Ríos del tiempo

Andar lento

Andar lento es ante todo, un acto poético;
es entregarse a la belleza de un instante.
Ríos del tiempo es un proyecto de arte que muestra un descubrimiento de algo que no es intuitivo. Podemos cambiar nuestra percepción del tiempo, podemos acelerarlo, doblarlo, casi detenerlo a nuestra voluntad. La percepción del tiempo depende de la velocidad a la que nos movemos. Así fue como un día simplemente me detuve a contemplar el tiempo, y comencé a caminar lento, muy lento, cuatro o cinco pasos en 40 minutos. Al principio lo hice solo, en la naturaleza, como una forma de conectarme con un lugar, de generar una experiencia significativa. Ese andar lento se convirtió en una meditación que me situaba en mi centro, un acto presencial no sólo de la mente, sino de todo mi cuerpo en plena atención. Poner la atención en el instante. Ahí está todo, perfecto, completo, justo lo que es. Grabé algunas de esas meditaciones para hacer de ese acto efímero, un acto de creación. La sombra de un momento.
     Andar lento es también un acto de confrontación por oposición a la velocidad del otro. No intenta agredir, pero agrede; nos confronta con nuestro sentido de urgencia, con la necesidad de ir y hacer algo que no séa esto justo mismo que hago ahora. El vértigo de lo inasible. Caminar lento es un acto de equilibrio, me sitúa en el presente casi de manera obligatoria, mientras todo lo demás se detiene. Nada va a ningún lado, sólo va. De la misma manera que hacer consciente la respiración constriñe al pensamiento más externo y lo obliga a retraerse y cesar. El movimiento en plena conciencia conecta con una mente más profunda, con mayores capacidades, aún la de transformar su propia percepción; porque cuando nuestra mente interna tiene más ancho de banda para trabajar, sin todo ese ruido de la vida cotidiana, entonces podemos comenzar a sentir esa fuerza capaz de deformar el tiempo. Así fue como comencé a hacer estos actos por todas partes, para decir algo de manera enfática y sutil, para confrontar la realidad de un mundo cada vez más atrapado en la ansiedad de su tiempo, para mostrar el movimiento en relación a la velocidad con que vivimos, para buscar esa fuerza, claridad y estabilidad mental que da el ejercicio de dejar ir.
     La física dice que nos movemos en el tiempo como en la corriente de un río que fluye a distintas velocidades. Al andar lento me sumerjo en ese río y me dejo llevar como el guijarro pulido por el tiempo, mi materia disolviéndose en el caudal de un río eterno, polvo cósmico que desemboca en un mar de vacío. Un sueño dentro de otro sueño hasta entrar en otro tiempo y sentirlo como un rumor, el tiempo es la música del cosmos. Entre más lento, más atención es necesaria, de lo contrario es fácil detenerse o perder el equilibrio, así que me convierto en movimiento, cada parte de mi es movimiento, diminuto movimiento que no cesa, como el de los astros. Para un transeúnte que pasa aparezco estático, congelado en el tiempo, solo la velocidad aumentada muestra mis pasos. El mundo visto a dos cuadros por segundo desde un acto de meditación en movimiento.
 ↧

* Filmado en Colombia, Ecuador, Perú y México.
Ríos del tiempo II
 *La segunda entrega del proyecto Ríos del tiempo. Una larga época de caminar por México.
Filmada en Monterrey, Coahuila, San Luis, Tlaxcala y la Ciudad de México.

Compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*